La toxina botulínica ya no solo trata las líneas de
expresión en el rostro. Al parecer, ahora también relaja los músculos para
evitar el 'rechinamiento' y desgaste de los dientes y hasta la migraña que
genera el bruxismo.
La inyección de toxina botulínica podría convertirse en una
solución eficaz a problemas dentales como el bruxismo o rechinamiento de los
dientes. Los especialistas han asegurado su efectividad para aliviar desde
condiciones médicas como la sudoración excesiva, el estrabismo y las
contracciones musculares, hasta tratamientos faciales, pero ahora se
convertiría en la panacea para los rehabilitadores orales.
Según el doctor Christian Salazar: "En la odontología
podría cumplir una buena función, utilizándola como herramienta en el
tratamiento del bruxismo, para las sonrisas gingivales, en otros".

Sin embargo, ninguna de las posibles soluciones se refiere
realmente a la fuente del problema: "actividad muscular excesiva y
espasticidad", comenta el doctor Salazar, razón por la cual la aplicación
de la toxina botulínica resulta más efectiva.
¿Cómo funciona?
"Se aplica en las terminaciones nerviosas, que se
encuentran en los músculos lisos (los motores) de la mandíbula, perdiendo la
movilidad, pero no la sensibilidad; y llega a producir una parálisis
neuromuscular selectiva inducida por el odontólogo", afirma el
especialista. La inyección se coloca con precisión en la parte con mayor dolor
del músculo, sin afectar la capacidad de masticar.
Al romper el espasmo de un músculo a menudo sólo se requiere
interrumpir el origen de la contracción y no todo el músculo, por lo que es
realmente efectivo. Las inyecciones eliminan entonces los dolores de cabeza que
se causan con el rechinamiento dental.

El especialista antes de involucrarse en el mundo del botox
debe consultar literatura reconocida, realizar una interconsulta con el médico
tratante y conocer más a fondo las ventajas y d
esventajas del mismo. Debemos recordar que la ética juega un papel importante en estas situaciones, el odontólogo debe saber sus limitaciones y no aceptar todas las posibles propuestas realizadas por los pacientes para mejorar la estética facial.
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